3 de junio de 2010

Day 14: The BT Tower

Weather: finally sunny.
Height: 176 centimetres of pure art.


El Pin
.
Una pantalla de luces LED, circular, en lo alto de la torre de BT, nos recuerda que quedan 790 días para que comiencen las Olimpiadas de Londres 2012. Cuando llegué aquí, la pantalla marcaba 870. Cómo pasa el tiempo.

En una ciudad completamente llana como Londres, de calles retorcidas y estrechas, es difícil situar un hito urbano, a no ser que sea de una altura considerable. La gigantesca cúpula de la Catedral, el London Eye o incluso el Big Ben, llamados a ser elementos de referencia a la hora de orientarse además de lugares reclamo para el turista, son difícilmente visibles incluso en la cercanía. No tiene la ciudad grandes torres, excepto en la zona de negocios de Canary Wharf, y aún así no tienen la dimensión de Nueva York o Shanghai (ni siquiera la de las 4 torres de Madrid). Son además particularmente horribles, con la excepción del edificio Gherkin, del Monument de Christopher Wren o de esta torre de comunicaciones, que resulta atractiva en su sencillez y contundencia. Igual que el famoso “Pirulí” madrileño, está rodeada de antenas gigantescas, aunque el high tech del metal y el vidrio sustituye al hormigón tan contundente, grisáceo, como es en general la capital de España, obsesionada con el granito barato de Felipe II y su Escorial. La torre BT tiene más estilo y además un restaurante giratorio en lo alto, con (imagino) fantásticas vistas de Londres. Habrá que ahorrar un poco y hacer una visita.

Tengo además la suerte de vivir bastante cerca de la torre. Cuando salgo de paseo por el centro y me desoriento, busco la torre. No siempre se ve, aunque seguramente esté ahí, marcando el lugar, a la vuelta de alguna esquina. Me gusta imaginarla como uno de esos pins metálicos que se utilizan para marcar los mapas, y en realidad funciona así, como un marcador gigante de metal en el entramado laberíntico de la ciudad enorme. Qué curioso esto de las escalas. Quizá Londres sea tan sólo, en realidad, un mapa pequeñito encima de una mesa, y nosotros, más pequeños todavía, como hormigas microscópicas, buscamos el hito que es la torre sin darnos cuenta de lo que somos, de dónde estamos.





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