9 de marzo de 2010

Day Frei: Los bancos de Baker Street

Tiempo: despejado y muy, muy frío
Estado civil: soltero y con compromiso no materializado

Yo lo sé porque he leído mucho, y me sé al dedillo las aventuras de Sherlock Holmes y su ayudante Watson escritas por Sir Arthur Conan Doyle. Dicen que el 221 de Baker Street (residencia del afamado detective) no existe. Craso error. El 221 está en la estación de metro que lleva el nombre de esa misma calle, cruzada por la Circle Line, o línea amarilla, la morada, la rosa y la gris (o Jubilee, que es mi favorita). El ladrillo de las paredes, la iluminación mortecina y los chirridos de los trenes sobre los raíles transmiten la "elegancia" de lo que pudo ser el siglo XIX en Londres, al menos visto desde una butaca de cine. La historia es sencilla, como sigue: Sherlock Holmes, una noche, se acostó muy temprano y no podia dormir, y entonces se dedicó a hacer bancos, bancos para sentarse, de madera, y les puso una chapita metálica que dice Baker Street. Desde entonces, los viajeros cansados y/o desesperados que aguardan al metro por las tardes tienen un rinconcito para reposar del duro ritmo que el metro de Londres impone con rigor a sus sufridos ciudadanos. Qué grande Sherlock Holmes. Más tarde descubrí que también trabajó los bancos de la estación de Paddington (otra larga noche de insomnio, sin duda). Son unos bonitos bancos, aquéllos. Lástima que luzcan tan poco, perdidos entre las sombras y rinconcillos de la estación de Baker Street.

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